SerÃa una pretensión insufrible de mi parte intentar convertirme en crÃtico de la obra pictórica de Enrique Seco San Esteban. Para ello me resultarÃa imprescindible dominar los parámetros, los instrumentos, las herramientas con las suele realizar esa labor. Y no forman parte de mi equipaje vital. Vivà la pintura como experiencia en mis años de niñez avanzada. VeÃa a mi padre, situado frente al lienzo vacÃo, la paleta en su mano, sobre la que depositaba los colores vertÃa de unos viejos tubos de color acero. Los mezclaba entre sà para componer. Percibà la naturaleza fungible del esa mezcla me permitió comprender en los años de la técnica digital que nos hablen de millones de colores... Es todo cuanto se de técnica y con semejante penuria intelectual abordar una alabanza o una crÃtica destructiva de una obra pictórica resulta algo más que pretencioso.
Pero de aquellos dÃas de juventud, de la experiencia contemplativa de mi padre, aprendà muchas cosas. Entre ellas decisiva: el arte tiene que trasmitir emoción. Por ello, mi padre, que pintaba payasos como expresión plástica de la tragicomedia del existir como humanos, añadió un dÃa, en aquellos ojos de seres-de-lienzo, unas gotas de un producto nombre no recuerdo que servÃa para proporcionar la sensación de humedad. Contemplé su payaso llorando y sus lágrimas artificiales provocaron las mÃas naturales. En realidad no eran lágrimas del payaso. Eran las que por dentro lloraba padre y en un acto de transferencia fÃsica las traspasó al lienzo. El payaso-entendÃ- era en realidad un auto retrato destinado a explicar el mundo, por el sendero de la emoción provocada, que el arte es emoción exteriorizada.Porque el arte, en mi idea, no es fragmentable. Es divisible intelectualmente, esto es, clasificable en diversas manifestaciones: pintura, escultura, música, literatura, poesÃa.... .Pero esa subdivisión es algo meramente convencional. arte nace del alma del artista, y ese alma puede estar dotada con mayor o menor eficiencia emocional en alguno de campos, pero el sujeto artista es global. No concibo a Picasso, por ejemplo, manifestándose insensible ante la buena música, ni a Miró ante la poesÃa, ni a Monet ante la escultura. El alma del artista se externaliza allà donde siente que más adecuado a verter su capacidad de transmitir emoción.
Y Enrique Seco San Esteban esa indivisibilidad de arte se manifiesta con rotundidad: por ello, al entrar en su página modernidad, se advierte la separación, instinto convencional, entre obra pictórica y literaria. Porque Enrique Seco cultivador de la poesÃa. No sólo lector sino artesano, confeccionador. Y al referirse a su obra pictórica, su frase me trasplantó, a mi niñez: -Mis entrañables manchas vivas de color…habéis sido la emoción de mi alma-. PodrÃa decir mismo de sus versos, manchas vivas compuestas de elementos del alfabeto en las que se expresa la misma emoción misma alma. Es esto la esencia: el alma emocionada del artista que quiere salir de su encierro corporal, expresarse, fuera, se a golpe de color o de letras, o de notas, o de piedra, o de metal, o de lo que sea. Busca vivir en el exterior, lenguaje es y será siempre la emoción.Porque el arte nacido del alma del artista busca impenitente ser, existir. Y para eso necesita la comunicación. El interlocutor, el que recibe la obra. Y no todo ser humano está, desgraciadamente, dotado para dialogar con el artista través de su obra. Solo el que es capaz de conseguir que el alma vibre en la misma frecuencia en la que nació la obra, óleo o la poesÃa. El arte, la obra necesita del interlocutor para existir. La emoción del artista que quedó encerrada obra. Ahora reclama la emoción de quien la contempla. Del mismo modo que nosotros podrÃamos existir aunque no existiera Dios, si nosotros no fuéramos, Dios no serÃa. Sin el diálogo de emociones la obra y el contemplador el arte serÃa humano.
La pintura de Enrique Seco se arroja a la emoción de quien contempla trozos de eso que se llama la-vida-misma. Y particular de una vida en el campo. Los propios tÃtulos de sus obras evocan la humildad de corazón de quien los produce: -lavandera lavando en el rÃo-, -labrador arando con una mula-, -labriegas hilando y tricotando-….¿Cómo convertir poesÃa vital, mediante esas -entrañables manchas vivas de color-, esos pedazos de la vida cotidiana? ¿Cómo ser capaz conseguir emoción en aquellos que contemplan la obra acabada? ¿Cómo, en esas escenas, conectar alma de artista alma de quien contempla su obra?. Ese es el secreto. Y eso, como dicen los iniciados, no puede transmitirse ni verbalmente ni por escrito. Solo viendo, sintiendo, experienciando se alcanza a comprender el misterio.Cuando Enrique Seco recibió el Premio Castilla y León de las Artes 2010, se dijo en el acto de entrega algo que resume idea de la indivisibilidad del arte, derivada de la indivisibilidad del alma del artista y de la indivisibilidad de la emoción como categorÃa.
Se subrayó su capacidad para hacer poseÃa de la pintura y pintura de la palabra. Esa es la idea. No es un pintor ni poeta. Es mas que eso. Es un artista. Y nos necesita a nosotros, espectadores emocionados de su obra, para sentirse poeta y el pintor quieren realizarse a través de la emoción ajena. Por eso exponen. Cuando pintan con manchas de con palabras, solo tratan de expresar la emoción de sus almas. A partir del instante de la obra conclusa, reclaman presencia emocionada del espectador para sentir mediante este diálogo, que han confeccionado verdadero arte, que nos permita sobrevivir sino vivir en la condición verdaderamente humana."Enrique Seco San Esteban ha inagurado una exposición en Zamora en la GalerÃa Espacio 36 donde demuestra con cada una de sus obras que se puede conseguir la expresión mas perfecta de la vida interior con una nota de color o una pincelada.
El culto que rinde a la Zamora de hace años hace que la historia deje de ser historia y ser convierta en presente. El premio de las artes 2010 es un alma serena que conoce toda la intensa fruición humana y la revela en las figuras de todos los cuadros que componen esta muestra de talento.Con la vista puesta en el cielo quizás buscando los ojos de Doña Catalina (su madre) el maestro tiene una finura de espÃritu que cincha el interior de cada persona que conversa con el o que ve su obra.
La pintura de San Esteban no es pintura de caballete es el sublimar el arte sin timidez como solo los grandes maestros lo pueden hacer. Embajador de la sencillez recibe a todas las personas que pasan por la galerÃa a ver su obra con el sencillo vestido de la humildad.En esta exposición no hay decorado. Cada cuadro es un fragmento de vida. que estará a disposición del publico hasta el dÃa cinco de Noviembre.
Según comenta el publico es una de la más bellas exposiciones jamas vista nunca".