En la Zamora de 1938, en plena contienda, ve la luz el niño Enrique Seco San Esteban, hijo de un maestro chocolatero y “la mejor modista del mundo” tal y como la recuerda el pintor.
De formación autodidacta, Seco San Esteban comienza a pintar en 1963 y en esa misma década viaja a ParÃs donde bullen todas las vanguardias y tendencias artÃsticas. Allà el zamorano experimenta, aprende y sobre todo decide. No acepta convertirse en imitador de grandes pintores, tal y como le proponen, sino que opta por hacerse fuerte en lo que él cree: la pintura de lo auténtico, lo sencillo pero básico.
Su primera exposición tiene lugar en su Zamora natal, en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, en 1964. Después de esa, vendrÃan decenas más por buena parte de España.
Su actividad, incansable, le sitúa a dÃa de hoy con el pincel en la mano, en su casa del zamorano barrio de Carrascal, donde tiene una calle con su nombre y donde se puede leer en una gran placa de bronce, una suerte de “epitafio vital” que no es otra cosa sino el agradecimiento de sus vecinos.
Allà sigue pintando al natural, entre sus gallinas, a las que también ha hecho en innumerables ocasiones, dignÃsimas protagonistas de su obra.
Su estilo, constumbrista e impresionista, apegado a la realidad se define cada vez que apoya el pincel en el lienzo. Pinta “de primera intención” con pinceladas sueltas, apostando por la fuerza del instante. Como él mismo reconoce.
“Mis entrañables manchas vivas de color, mientras os he estado pintando, habéis sido la emoción de mi alma y la expresión rápida de mi mano. Apuntes al óleo, que son resúmenes de toda mi vida artÃstica y están firmados con mi fiel vocación”.
Enrique Seco San Esteban ha sido distinguido con varios galardones, aunque entre todos destaca el Premio Castilla y León de las Artes de 2010 que recabó más de un centenar de apoyos. “Mi pueblo es Castilla y León”, con estas palabras agradeció el artista dicho galardón.
Pero además, Seco San Esteban desarrolla paralela a la pintura, otra faceta artÃstica: la poesÃa.
“Escribiendo se quedó mi imaginación en blanco y, sin escribir, sabÃa lo que escribÃa.”
Asà lo expresa es su pequeño poema de 2006 titulado “Pasión de Lapicero”.
Enrique Seco San Estaban comenzó a escribir en 1988 “sin otra cultura académica que sus sentimientos”. El polifacético artista escribe “Incluyo, dentro de mi obra pictórica, mi vocación poética, aunque no se bautizara en el mismo dÃa por ser vocación tardÃa”.
Ha editado hasta el momento 14 libros de poesÃa.
Si tuviera que elegir un pintor, se quedarÃa con Velázquez.  Al maestro le asombra la realidad de su pintura y él mismo en cada obra intenta plasmar, la hondura de la realidad, filtrada por la luz del campo de su tierra, al que acudÃa de niño con los abuelos a ayudar en tareas de entonces, como la siega.
La expresión del instante es la plasmación de su obra, la humildad es el catalizador de su vida.